El proyecto fotográfico Charpa gira en torno a dos chicos de la provincia de Guadalajara que juegan al airsoft en su tiempo libre. El airsoft es una actividad de simulación de guerra basada en el cumplimiento de objetivos a través de estrategias que se practica en campos abiertos o interiores especializados.

Resulta inquietante que se juegue en terrenos artificiales que emulan la ruina o la naturaleza. Por lo tanto, estamos hablando de una influencia enorme de la propia ciudad, ya que sin la existencia de ésta no tendrían sentido estas simulaciones, sería como poner un acuario en el océano o un terrario en el Amazonas.

Charpa estudia la simulación resultante de un espacio urbano y, por otro lado, las relaciones entre sujetos; el tiempo y la confianza van de la mano, es por ello que hay una serie más analítica, de investigación del individuo, que culmina en un espacio más íntimo y relajado, en un estudio en mi propia casa.

De tiempo, piel y polvo es una serie fotográfica que pretende materializarse en forma de fotolibro junto a una serie de textos poéticos que la acompañan. El origen de este proyecto fotográfico se encuentra en los meses de confinamiento que vivimos en la primavera de 2020. En un intento de evasión de la realidad y de huida de la brutal sobreinformación a la que nos tuvimos que enfrentar, lleno mi habitación de flores y me autorretrato junto a ellas pretendiendo recrear la primavera que florece fuera de los edificios. De este modo, las flores como recuerdo de otra primavera, encuentran su sitio en la habitación para hablarnos de aquellas que están creciendo tras los muros y de la vida que nos estamos perdiendo. Nos recuerdan el tiempo pasado —las primaveras vividas—, nos remiten al presente —el encierro— y refieren a un posible futuro —las primaveras por venir—. Sobre algunas de las fotografías generadas, dispongo textos sutiles que extraigo de revistas y periódicos de los días de cuarentena, transformando noticias monotemáticas en un diario personal que reflexiona sobre la concepción del tiempo en el encierro. Mediante un acercamiento abstracto, palabras e imágenes nos hablan también sobre cómo afrontar un yo en ruinas desde la memoria —o pedazos dispersos de identidad— y el presente. Fragmentos que sirven como piezas de reconstrucción, como pequeñas píldoras de autoterapia. Imágenes descontextualizadas. Trozos de piel y de ser. De tiempo. De polvo que se reitera. Hacer la primavera dentro. De estas cuatro paredes. De estos muros de piel. Un doble encierro en el que el tiempo pesa el doble y pasa intermitente. Un ayer que es presente. Una identidad difusa.

El proyecto pretende ser un ensayo sobre la comarca de El Bierzo en León, concretamente de su zona minera, a día de hoy, prácticamente desmantelada. Los restos de un pasado industrial se van difuminando en el paisaje.

A finales del siglo XVIII, se desplegó en Francia un sistema revolucionario de telecomunicaciones. Consistía en un aparato mecánico que se utilizaba para transmitir señales visuales a lo largo de una línea de torres, separadas 10-15 km; un operador observaba mediante un catalejo las señales transmitidas desde la torre anterior y las reenviaba a la siguiente.

Un mensaje se transmitía en 2-3 horas a una distancia de 600 km, frente a los 2-3 días que necesitaba un mensajero a caballo.

En España, se comienza el despliegue de una red de telégrafo óptico con alcance nacional en 1844; Se construyen tres líneas, que comunicaban Madrid respectivamente con Irún, Cádiz y La Junquera (a través de Valencia y Barcelona) mediante una red compuesta por aproximadamente 200 torres.

El objetivo de conectar todas las capitales de provincia nunca se llegó a cumplir, y solo 15 años después, la invención del telégrafo eléctrico, que podía funcionar de noche y en condiciones meteorológicas adversas, lo había dejado obsoleto, y las torres, que ya salpicaban el paisaje de casi toda España, quedaron abandonadas.

Todavía se pueden encontrar abundantes restos. Las torres algunas veces han sido reutilizadas como viviendas, o integradas en edificios con otros usos. En muchos casos, las torres se encuentran en desuso y en estado de ruina, y en casi todos los lugares donde se encuentran se ha olvidado cuál era su uso original, atribuyéndole denominaciones como “El castillo”.

Este proyecto pretende recuperar la memoria sobre este importante avance tecnológico, e identificar los restos que todavía podemos encontrar.

Cisgénero:

Término que se utiliza para describir personas cuya identidad de género y género asignado al nacer coinciden, es decir, que no se identifican como transgénero.

Trans:

No cisgénero.

Género no binario:

Concepto utilizado para referirse a aquellas personas cuya identidad de género no se clasifica dentro de las identidades masculino/femenina, sino como una mezcla de ambos u otro género diferente.

Passing:

El passing de género se refiere a la situación en que una persona es identificada con un grupo de identidad de género diferente al grupo que se le asignó al nacer. Suele asociarse el passing con adoptar vestimentas, hábitos y estereotipos asociados al género en cuestión.

Salitre se trata de un acercamiento a la relación entre el territorio y el individuo a través de la creación de una cianotipia y la documentación de este proceso.

Generando un espacio de registro donde lo subconsciente, oculto en un plano emocional y simbólico, se convierte en materia visual y abstracta.

Revisito el paisaje de mi niñez en busca de las emociones y sensaciones únicas de la experiencia del lugar. Usando mi propio cuerpo y los recursos del territorio, para inmortalizar la huella de un instante atemporal.

Un recuerdo materializado sobre la cianotipia y polaroids, capturando el espíritu y la luz únicos del lugar, una esencia hecha imagen y revelada por la olas.

Utilizando la fotografía para hablar de aquello que no se puede nombrar, construyendo y dando forma a lo que evoca un territorio físico, convirtiendo en imagen un espacio emocional, dibujando el lugar que habito.

Las fotos de este proyecto han sido tomadas en barrios residenciales del sur Zaragoza de reciente construcción. Grandes espacios ganados al secano, fuerte viento, baja densidad de población en horas laborables… Al pasear por sus rincones es imposible no tener cierta sensación de soledad y aislamiento. Para potenciar este efecto las imágenes se han tomado en formato analógico con película de tamaño reducido (la casi siempre olvidada 110 mm) y efecto “redscale”. Grano visible, tonos anaranjados, desenfoques… como si fuésemos testigos de una tormenta de arena impredecible a punto de devorarlo todo.

Un proyecto sobre la animalización del comportamiento humano.

Cuando se hace de noche pasan cosas que de día no pasarían, y nos volvemos más animales que humanos. Éstos son los futuros adultos; los futuros abogados, políticos, médicos y empresarios. Los actuales también fueron ellos, aunque ahora finjan vivir sólo de día. ‘

ZOO’ es un juego de límites, un espectáculo de desobediencia. Es el reflejo de lo que somos pero negamos ser, un lugar donde no queremos vernos. El morbo de ver en el resto lo que no te atreves a aceptar en ti, debido a una concepción errónea y fabricada de lo ridículo. Es un paralelismo entre dos ‘habitats’ aparentemente naturales y liberadores pero condicionados por las normas impuestas y la educación recibida.

‘ZOO’ pretende mostrar ese espacio, creado por y para nosotros, en el que creemos ejercer plena libertad sólo por haber confiado ciegamente en nuestro adiestrador.

El proyecto fotográfico “Cuando el tren llegó. Cuando el tren se detuvo” surge en un momento de reflexión y análisis del territorio al que pertenezco; grande en historia y extensión, pequeño actualmente en población y con graves desventajas demográficas que nos abocan a la desaparición.

Hace 125 años llegó el tren de la Vía Val de Zafán a mi ciudad, Alcañiz (Teruel).  Aún con 13 años de retraso en su construcción, se recibió con gran entusiasmo por poder dar el primer paso en el camino para conectar mediante una infraestructura Aragón con el mar.  Su ejecución lenta y llena de obstáculos fue terminada por el impulso que le dio la propia Guerra Civil, convirtiéndose incluso en un elemento decisivo en las batallas finales de la zona del Ebro.  El tren circuló hasta 1973, desde entonces la vía y sus estaciones fueron cerradas y abandonadas.

La actualidad nos depara una España con graves desequilibrios territoriales que llevamos arrastrando desde hace dos siglos.  El último estudio confirma que más de una quinta parte de los turolenses son los últimos habitantes de sus pueblos.

La vía y las estaciones abandonadas aparecen ante mi cámara como metáfora de todos estos habitantes que resisten ante el olvido,  defendiendo un territorio sólo viviendo y permaneciendo.

“Mi relación con estas arquitecturas efímeras me generan sentimientos encontrados, la complacencia de observar la belleza que emana de ellas, de su historia, la tristeza intrínseca que genera el abandono de la sociedad resignada, la nostalgia y sobre todo, el coraje de pertenecer a un territorio que ha perdido demasiados trenes”.