Arkaiz Morales es un fotógrafo bilbaíno con una obra de autor muy personal que ha recibido gran cantidad de reconocimientos. Colaborador habitual de La Máquina, hemos tenido la oportunidad de hablar con él y preguntarle sobre su trabajo y sus motivaciones, no te pierdas la entrevista.
Tus inicios están muy unidos a la fotografía de naturaleza, sin embargo, tu obra actual poco tiene que ver con aquellas imágenes iniciales. ¿Qué nos puedes contar de esta evolución?
Es cierto que poco tienen que ver aquellos macros que tanto me llamaban la atención con la fotografía que hago actualmente, no ha sido un cambio brusco, sino bastante progresivo y dando pequeños pasos, a veces hacia lados equivocados, pero al final la suma de cada una de las fotografías que realizas a lo largo de tu vida es la que marca tu estilo personal.
Al igual que muchas personas, comencé a fotografiar sin tener conocimientos de fotografía, no sólo hablo de teoría sino también de cultura, que es otra forma de aprender sin lugar a dudas. Poco a poco fui centrándome en aquello que me llamaba la atención, estuve un par de años realizando casi exclusivamente macrofotografía y de forma gradual fui introduciéndome en el paisaje de naturaleza que fue mi etapa fotográfica más larga.
Dentro de la naturaleza probé casi todas las disciplinas y, como en todas las materias, puedes limitarte a retratar aquello que tienes delante o, si eres una persona con inquietudes, puedes hacerte preguntas y tratar de responderlas. Ahí comenzó el cambio más grande que he dado en estilo. Este paso fue uno de los más complicados que recuerdo, lógicamente no tenía la mentalidad que tengo ahora pero, por aquella época estaba en una etapa dulce, controlaba la técnica y hacía imágenes efectivas, de esas que gustan al espectador. Abandonar esa estabilidad fotográfica cuesta pero siempre he preferido tratar de hacer algo personal a ser un mero clon de miles de fotógrafos.
Tus imágenes resultan sugerentes a la vez que inquietantes, háblanos un poco de tu obra personal.
Siempre he pensado que el fotógrafo pone una parte de sí en las imágenes pero la parte restante la completa el espectador y cada persona hace una lectura completamente diferente de una misma imagen y para mí, tanto delante como detrás de la cámara, esa es la clave de todo, llegarás a un número mayor o menor de personas, pero siempre habrá quien conecte con tu obra.
La mirada es fruto de una acumulación de vivencias personales, como decía antes, y en cada persona debería ser diferente pero estamos en un momento en el que la globalización, además de inspiración, ha aportado mucha monotonía a la fotografía y cada vez es más difícil que nos sorprendamos como espectadores. Por eso, para mí, es tan importante buscar esa identidad propia, me lleve donde me lleve.
He tenido la suerte de cruzarme en el camino con muchas personas, cada una ha aportado algo, siempre aprendes o te inspiran, es algo maravilloso la interactuación que experimenta un fotógrafo; reconozco que tengo a gente a mi lado que hace que todo esto sea más sencillo, que me apoyan, me animan, me aconsejan.. Todo esto es lo que me hace sentir un privilegiado y a los que no puedo dejar de agradecer hasta donde he llegado.
Has colaborado en varias ocasiones como asistente de lujo en diversos cursos de fotografía de La Máquina, ¿cómo ha sido esta experiencia?
Siempre es una experiencia grata porque el ambiente en los cursos es sensacional, los profesores son docentes con una gran experiencia y capacidad para transmitir sus conocimientos, aprendes muchísimo y hacen que germinen ideas dentro de tu cabeza que posteriormente van desarrollándose. Recuerdo un curso de composición fotográfica en Los Barruecos, yo aún hacía paisaje clásico a color y comenzaba a experimentar con esos trabajos un poco diferentes, en la charla proyectaron varios autores con unos portfolios que se alejaban de lo que hasta el momento había visto y, de alguna manera, reafirmó todos aquellos pequeños pasos que trataba de dar y que tan duro estaba siendo.
Otra cosa que destaco es la gente tan encantadora con la que coincides en estos talleres, hacen que los días pasen volando y no sólo aprendas, sino que también te diviertas.
También has participado como modelo en el libro de fotografía “Sin miedo al flash” de Jose Antonio Fernández. ¿Qué es más difícil, estar detrás o delante de la cámara?
Tengo la suerte de tener una gran amistad con Hoselito; una sesión es totalmente diferente si hay complicidad entre el fotógrafo y el modelo, creo que todo fluye de otra manera más intensa. Yo no soy modelo ni creo que tenga dotes para ello pero participar en un proyecto como “Sin miedo al flash” es un auténtico privilegio, soy bastante vergonzoso y más de una persona me ha reconocido en esas fotos a pesar de estar un poco cambiado ahora. Espero, sin embargo, que haya muchas más participaciones en los próximos proyectos. Sin duda, siempre he estado más cómodo detrás de la cámara, aunque para un modelo es algo sencillo y admiro la facilidad que tienen para ello.
Recientemente, ha finalizado una exposición itinerante tuya dentro de la iniciativa que impulsa el Área de Cultura y Educación del Ayuntamiento de Bilbao, Expodistrito, y que tiene por objeto llevar el arte a los distritos de la ciudad. Cuéntanos cómo ha sido tu participación en este proyecto.
Como bilbaíno, este tipo de iniciativas públicas que fomentan la cultura y su difusión, me enorgullece mucho, porque como dices su finalidad es llevar el arte en todas sus formas a los diferentes distritos de la ciudad y esto la enriquece enormemente, no sólo a la zona centro sino también la periferia, y resulta una excelente herramienta para impulsar el desarrollo de nuevos talentos de la villa.
Ha sido una gran experiencia, he tenido la suerte de exponer parte de mi trabajo en multitud de salas y durante varios meses ha estado rotando por todo Bilbao, además, he tenido total libertad a la hora de afrontar esta participación y he podido realizar la exposición que tenía en mente desde hace mucho tiempo y creo que el resultado ha sido muy positivo. Espero poder volver a exponer pronto y quién sabe si en el futuro volver a formar parte de Expodistrito.
Tu trabajo ha sido premiado en concursos tan importantes como el London International Creative Competition (LICC), el International Photography Awards (IPA) o el Prix de la Photographie de Paris (Px3), entre otros. ¿Qué ha significado para ti estos reconocimientos?
Cualquier tipo de reconocimiento siempre es una gran noticia, los he recibido con mucha alegría e ilusión y en algún caso supuso un aliciente para seguir trabajando duramente y no tirar la toalla pero, actualmente, este tema lo he dejado relegado a un plano posterior. Me siento en la necesidad de trabajar y seguir desarrollando el gran proyecto que comentaba antes, no tengo esa presión de reafirmar mi trabajo con premios, cosa que tanto obsesiona a algunos fotógrafos y, desde el galardón obtenido en el LICC del 2013, no me he presentado a otros concursos. Pero, como todo, es una cuestión de etapas y de valoraciones.
Actualmente has vuelto a la naturaleza de forma apasionada, pero no como fotógrafo sino como montañero. ¿Qué es lo que te ha impulsado a ello? ¿Qué diferencia encuentras en abordar la montaña de esta manera tan distinta?
En el fondo mi pasión siempre ha sido la naturaleza, con cámara o sin ella, la sensación que experimento es indescriptible, quizá ahora vives otro tipo de momentos más intensos y accedes a lugares que con el equipo fotográfico sería casi imposible hacerlo, pero sigues recibiendo los mismos regalos con los brazos abiertos y si cabe, los disfrutas más profundamente. Por mucho que todos los fotógrafos de naturaleza digan que disfrutan de lo que tienen ante los ojos, no es cierto o, al menos en mi caso, no lo era porque trabajas en un corto espacio de tiempo en el que las luces son propicias y sólo piensas en hacer la fotografía perfecta, no en lo que está delante de la cámara. Sólo hay que dejar un día el equipo en casa y comparar las sensaciones, si se deja de pensar como un devorador de imágenes no hay comparación, quizá sea por lo que al principio comentaba, que la naturaleza es mi pasión y necesito vivirla plenamente.
A pesar de todo esto que comento, sigo llevando una cámara en mis excursiones, antes llevaba una compacta que abultaba poco y hacía buenas fotos pero en la montaña el riesgo de accidentes es alto y la tuve que sustituir por una de esas diminutas evil, con la cuál estoy contentísimo y sorprendido por la calidad que se obtiene sin restar peso ni volumen que tan importante es para la montaña o las largas rutas.
Cuéntanos tus próximos proyectos.
Últimamente no planifico a medio o largo plazo, dejo que día a día vaya tomando forma y trato de que sea algo lo más flexible posible, que desde la primera imagen hasta la última se puedan apreciar ligeros cambios y, al fin y al cabo, cuenten una historia implícita o explícita, pero que esté lo más vivo posible, no desechar nada y tratar de recuperar esa frescura fotográfica que todos tenemos cuando empezamos y que poco a poco vamos perdiendo debido a esa homogeneización de las imágenes y la importancia que damos a la técnica por encima de otros factores.
Poco puedo avanzar aún de este proyecto del que tanto he hablado en esta entrevista, todo comenzó como un pequeño experimento hace varios años, los resultados no me gustaron y lo dejé aparcado, quizá no era el momento adecuado. Casualmente lo redescubrí a principio de año, hizo que retomara la fotografía con la misma ilusión del primer día, en muchos aspectos ha sido como volver al principio, esa incertidumbre, investigación, ver posibilidades en todo lo que te rodea… Tiene un puntito de mágico que me entusiasma, los elementos habituales los podemos transformar en especiales. Desde ese momento tuve claro lo que tenía entre manos y quiero desarrollarlo cueste el tiempo que cueste, quizá comparta características con mis trabajos más abstractos, cada vez me gusta más insinuar que mostrar y dejar abierta esa puerta a la libre interpretación que tanto me sorprende.
Espero que los lectores hayan disfrutado de estas palabras, no digo que mi forma de ver la fotografía sea la correcta, sino que es como la siento en este momento, no creo en las verdades absolutas y menos en lo referente a fotografía, hay que tener la mente lo más abierta posible si se quiere vivirla con la máxima intensidad.
Muchas gracias por tu tiempo, Arkaitz, te deseamos mucho éxito en tus próximos proyectos.
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